miércoles, 28 de noviembre de 2018

RESPETO A LA NATURALEZA

La ciencia, al versar sobre la naturaleza y la sociedad, produce un conocimiento menos sustantivo en la medida en que aquello que constituye su objeto se encuentra cada vez más devaluado; tal es el caso de las relaciones individuo-naturaleza. Según Marx, tuvo razón Vico al distinguir la historia de la humanidad de la historia de la naturaleza; la primera, dijo, la hemos hecho nosotros, mientras que la segunda no. Verdad a medias. Esta última también la hemos hecho nosotros ahí donde comienza la historia nuestra. Por lo que, no únicamente hacemos historia de la naturaleza cuando actuamos sobre la misma, sino también cuando respetamos y dejamos a ésta seguir su propio proyecto de ser, toda vez que aceptamos, junto con Nietzsche, que “en ella no hay más que necesidades”. En este sentido, respetar y dejar ser a la naturaleza, significa ya actuar sobre ella. A decir verdad, no se trata de convertirla en algo intocable, sino de seguir asimilando las múltiples bondades que, sin pedir nada a cambio ella nos ofrece, al mismo tiempo que respetamos sus más profundas necesidades. Como dijo Bacon: en vez de que “los hombres se ocupen en admirar y celebrar los falsos poderes de la mente, deberían contentarse con observar a la naturaleza y no de alardear vanamente de vencerla”.El hecho mismo de actuar o no sobre la naturaleza nos coloca, paradójicamente, frente a un callejón sin salida; cualquier solución que adoptemos y sus previsibles e imprevisibles efectos, tendrá en lo más hondo que ver con nosotros mismos. ¡Somos (quién iba a pensarlo) responsables de lo que se haga o deje de hacerse con la naturaleza! Sucia y sin identidad, limpia y con identidad, como quiera que sea, los seres humanos mucho tendremos que ver en ello. Lo que nuestra época necesita no es “eternidad” como pensaba Kierkegaard. Lo que necesitamos, hay que reconocerlo, es un mínimo de sabiduría presocrática, es decir, volver a reconocer en el agua, la tierra, el fuego y el aire, los principales elementos constitutivos del ser. Devolvamos a la filosofía su carácter de “ciencia física”, para de este modo recuperar la physis perdida y el sentido de la misión que cumplió originalmente la propia filosofía: habilitar al hombre para una comunión con el ser no humano por la vía del pensamiento.

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