En la actualidad ha surgido un nuevo concepto o una nueva forma
de concebir a la responsabilidad con un sentido más social que individual,
incluyendo en éste la globalidad de la vida humana. Es el filósofo Hans
Jonas, en su libro "El principio de responsabilidad" quien plantea esta nueva
concepción. Sobre todo cuando nos dice:
El antiguo concepto de responsabilidad era la obligación
que me concierne de responder de mis actos
y de sus consecuencias una vez que los he cometido:
una responsabilidad personal y sobre hechos
realizados. El nuevo concepto de responsabilidad
concierne a lo que está por hacer, la posibilidad de
una perpetuación indefinida de la humanidad en el
futuro. Desde que el hombre tiene el poder material
de destruir la humanidad o las condiciones de vida de
una humanidad futura tiene al mismo tiempo nuevas
obligaciones... Somos responsables del mundo que
dejaremos tras nosotros. La responsabilidad recae
sobre el futuro. Lo que aún no existe, el porvenir,
genera sobre nosotros una obligación indefinida e
imperiosa. Ninguna ética anterior había tomado en
consideración la vida humana en su globalidad; pero es la vida global
la que se halla amenazada por nuestra acción y la que es entregada
a nuestra responsabilidad.
La nueva visión de la responsabilidad da cuenta de nuestras obligaciones
no sólo con las acciones realizadas en el pasado y en el “aquí” y en
el “ahora”, sino también toma en cuenta las consecuencias de las mismas
para el futuro. De esta forma se amplía el margen de imputación de las
acciones en toda temporalidad y en todos los ámbitos de la vida humana.
Se trata de un tipo de responsabilidad no sólo personal sino social,
comprometida con el futuro de la humanidad. Esta nueva concepción
resulta ser muy congruente con una ética del género humano como ética
a adoptar para el futuro, misma que está comprometida con el bienestar
de las nuevas generaciones y con la globalidad de la vida humana.
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