martes, 27 de noviembre de 2018

LA LIBERTAD, DESTINO Y DESTINACIÓN

La libertad  es la posibilidad y al mismo tiempo la capacidad que tenemos los humanos de inventar, decidir y elegir entre lo posible por nosotros mismos. Se trata de una elección no aparente sino real, en donde de manera racional y crítica nos hacemos responsables de nuestros propios actos. El hombre, cuanto más libre, se constituye en un sujeto más moral. Pues éste, no es nunca algo acabado, sino un proyecto de ser. A través de la libertad, se acendra y se amplifica en su ser; se proyecta como ser autoconsciente, se apropia y diseña no su propio destino, sino su propia destinación, esto es, lo que el hombre mismo es y puede llegar a ser conforme a lo que tiene de específicamente humano, y no en función de un destino concebido como fatalidad que le es impuesto de forma inexorable. Dado que el hombre, no está de una vez y para siempre determinado en su totalidad, puesto que existe siempre un momento de decisión, es preciso que sepa a “que atenerse”, y, como quiera que no existe un modelo único a adoptar, y que la vida puede vivirse de múltiples formas, le va mucho al hombre en ese acto decisorio o de “compromiso” por el cual opta.
Siendo el hombre, en este sentido, el único animal capaz de adoptar pautas de conducta que han de ser aprehendidas, asumidas o rechazadas, puede decirse que la libertad es aquello que nos convierte en seres diferenciables. Los animales, en la medida en que no pueden menos que comportarse de una u otra manera, no pueden participar del ámbito de la libertad y de la responsabilidad. En cambio el hombre es constitutivamente moral por cuanto tiene que conducir por sí mismo su vida, es decir, con libertad y responsabilidad, esto es, tomar decisiones reales y asumir las consecuencias de las mismas.

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