La desmoralización en el hombre es un abandono de la posibilidad de llegar a ser
cada vez más humano, es decir, más justo, honesto, libre, racional, y
todo aquello que, de acuerdo con la moral como contenido, constituye
lo estrictamente humano.
José Ortega y Gasset, señala que la vida humana consiste,
fundamentalmente, en tarea y quehacer.
Para este filósofo español, decir que
el hombre es “moral” es un pleonasmo,
una mera tautología.
Un hombre desmoralizado
es simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo,
que está fuera de su radical autenticidad y por ello no vive su vida,
y por ello no crea, ni fecunda, ni hinche su destino.
Para Ortega, está alta
de moral una persona o
una sociedad cuando está
en su “quicio”, esto es,
cuando le sobran fuerzas
para enfrentar la vida por
más amenazante que ésta
sea; en este sentido se dice
que está desmoralizado
aquél que ha perdido las ganas de comportarse en nuestra sociedad actual
como un ser verdaderamente
humano.
En la actualidad, la ética y la moral debieran ser artículos de primera
necesidad, precisamente porque nuestra sociedad local, con todos sus
avances, está profundamente desmoralizada.
Hoy en día no sabemos qué
hacer ante problemáticas sociales que nos desbordan.
Lo solución o antítesis de la desmoralización, tiene que ser la moralización
de la sociedad, de las instituciones y de los ciudadanos que las
integramos, moralizando con ello todas las esferas sociales, empezando
por nosotros mismos.
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