Concebir al hombre como un ser activo ha sido uno de los temas en
los que algunos filósofos de todos los tiempos han coincidido, desde
Platón y Aristóteles, pasando por Spinoza, Leibniz, Marx, y, en nuestros
días, Fernando Savater.
Platón hizo una afirmación que
para muchos, en tanto que fue un filósofo idealista que sostuvo que el
verdadero ser se encuentra no en las cosas sensibles sino en las ideas,
pudiera resultar controvertida. Para él: “conocer es actuar”. Quería decir
que esta acción sobre las cosas que es el conocimiento, constituye el instrumento
simbólico mediante el cual, al relacionarse cognoscitivamente
con ellas, el hombre las hace inteligibles.
Aristóteles distinguió dos clases de actividad humana:
la praxis, instransitiva, que consiste en el puro ejercicio del
sujeto, y la poiesis, transitiva, que consiste en hacer algo y
dejar como remanente un producto. Se trata de la distinción
entre las actividades desinteresadas y las que tienen
por objeto precisamente las objetivaciones, es decir, la
obtención de un producto como obra final.
En el caso de filósofos como Spinoza y Lebniz, lo
que éstos denominan sustanáa, no es más que un “punto
de fuerza”, es decir, una perpetua vocación transformadora
de las cosas.
Continuando con esta tradición del pensamiento
filosófico, en el siglo XIX serán Karl Marx y Federico Engels,
quienes van a sostener que no es la conciencia lo que
mejor define al hombre, como se había sostenido desde
Aristóteles, sino el trabajo, esto es, la praxis transformadora
de la naturaleza y de la vida social. Al respecto, estos
filósofos sostienen: Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia,
por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se
diferencia de los animales a partir del momento en que comienza
a producir sus medios de vida, paso éste que se halla condicionado
por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, el
hombre produce indirectamente su propia vida material.
El
hombre, para estos filósofos, es esencialmente un ser que trabaja, y dicha
actividad es precisamente aquello que lo humaniza y distingue de los
animales, toda vez que a partir del trabajo éste produce su propia vida
material, y desde la misma, comienza a edificar sus propias formas de
organización social.
Para Marx, tiene que ver con los modos
como los hombres producen su vida material y/o
“sus condiciones materiales de existencia” en las
diferentes formaciones sociales.
En el caso de Fernando Savater, la acción
humana es el principio fundamental del que habrá
de arrancar toda reflexión ética que se precie como
tal, ya que para él, el ser humano consiste en estar
haciéndose, es decir, en esa lucha que pretende
vencer la resistencia que le ofrecen las cosas. En
esta situación, según Savater, las cosas se resisten
a cambiar la identidad fija que poseen antes de ser
cosas u objetos para un sujeto cognoscente.
El hombre se asienta, paradójicamente, en lo dinámico
y reconoce su necesidad más propia, nueva paradoja, en lo
posible.
Buen trabajo explicas muy bien el tema y es facil de entender.
ResponderBorrarGRACIAS AMIGUIIIII
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