A diferencia de otros seres vivos o inanimados, los hombres podemos
inventar y elegir en parte nuestra forma de vida, cosa que no sucede
con los animales. Sin embargo, así como somos capaces de inventar y
elegir, podemos también equivocarnos. Para no equivocarnos debemos
procurar un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir,
o arte de vivir, es a lo que llamamos ética. No obstante, lo que vaya a ser
nuestra vida, dependerá en gran parte de nuestra libertad, es decir, de
nuestra capacidad para inventar, elegir y discutir por nosotros mismos
nuestro propio proyecto de vida. Vista así, la libertad, es poder decir “sí”
o “no”, lo más opuesto a dejarse llevar, por ejemplo, por la costumbre,
los hábitos y los caprichos, libertad es poder decidir racional y responsablemente
nuestros propios cursos de acción, haciéndonos cargo de
las consecuencias de nuestras acciones.
a) Elegir entre lo posible:
No obstante que hemos reconocido la posibilidad humana que es la
libertad, siempre elegimos dentro de lo posible, toda vez que la elección,cualquiera que ésta sea, es una “elección en situación”.
Como señala Fernando Savater, por ejemplo, no somos
libres de elegir lo que nos pasa (fecha de nacimiento, tener
tales o cuales padres, tener dos o más ojos, etc.), pero sí
libres de responder a lo que nos pasa de tal o cual modo
(obedecer o revelarnos, ser prudentes o temerarios, etc.).
Siempre elegimos entre lo que es posible para nosotros.
Por ejemplo, soy libre de querer estudiar filosofía,
pero dada mi incapacidad para dar lugar al pensamiento
abstracto y crítico y mi nula preparación en las ciencias del
pensamiento, me resulta casi imposible conseguir dicho
objetivo. En cambio, puedo elegir una carrera para la cual
si cuento con las aptitudes y el tipo de personalidad que
dichos estudios requieren. Esto dos ejemplos, dan cuenta,
pues, de que somos libres, pero siempre elegimos entre
lo posible, de acuerdo con nuestras propias posibilidades.
b) Elegir en la omnipotencia:
Elegir en la omnipotencia, significa nada menos que lo contrario de elegir
entre lo posible; significa conseguir siempre lo que uno quiere y como
uno lo quiere, aunque parezca imposible.
Esta idea de superlibertad, resulta prácticamente imposible; humanamente
resulta imposible conseguir lo que uno quiere, más bien, como
hemos apuntado, se consigue lo que uno puede. Ejemplo: puedo querer
y desear volar a la misma velocidad que un jet de los más sofisticados,
pero humanamente estoy imposibilitado. Poder elegir en la omnipotencia,
si ello pudiese ser de algún modo posible, sería una capacidad atribuible
sólo a Dios, pero el hombre no es Dios. Incluso, los hombres mismos
que, gracias a su poder, su dinero, su fama, etc., se dicen a sí mismos
y a los demás conseguir “lo que ellos quieren”, se encuentran también
imposibilitados de elegir en la omnipotencia, pues el dinero, la fama, el
poder, etc., constituyen medios también humanamente limitados. Por
más poder que se tenga, jamás el hombre podrá estar en dos espacios
simultáneamente, echarse un día por la ventana de su casa y empezar a
volar, entre otras limitaciones, “demasiado humanas”.
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