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martes, 4 de diciembre de 2018
miércoles, 28 de noviembre de 2018
RESPETO A LA NATURALEZA
La ciencia, al versar sobre la naturaleza y la sociedad,
produce un conocimiento menos sustantivo en la medida en que
aquello que constituye su objeto se encuentra cada vez más devaluado;
tal es el caso de las relaciones individuo-naturaleza.
Según Marx, tuvo razón Vico al distinguir la historia de la humanidad
de la historia de la naturaleza; la primera, dijo, la hemos hecho nosotros,
mientras que la segunda no. Verdad a medias. Esta última también la
hemos hecho nosotros ahí donde comienza la historia nuestra. Por lo
que, no únicamente hacemos historia de la naturaleza cuando actuamos
sobre la misma, sino también cuando respetamos y dejamos a ésta seguir
su propio proyecto de ser, toda vez que aceptamos, junto con
Nietzsche, que “en ella no hay más que necesidades”. En este
sentido, respetar y dejar ser a la naturaleza, significa ya actuar
sobre ella. A decir verdad, no se trata de convertirla en algo
intocable, sino de seguir asimilando las múltiples bondades que, sin pedir nada a cambio ella nos ofrece, al mismo tiempo
que respetamos sus más profundas necesidades. Como dijo
Bacon: en vez de que “los hombres se ocupen en admirar y
celebrar los falsos poderes de la mente, deberían contentarse
con observar a la naturaleza y no de alardear vanamente de
vencerla”.El hecho mismo de actuar o no sobre la naturaleza nos
coloca, paradójicamente, frente a un callejón sin salida; cualquier
solución que adoptemos y sus previsibles e imprevisibles
efectos, tendrá en lo más hondo que ver con nosotros mismos.
¡Somos (quién iba a pensarlo) responsables de lo que se haga o
deje de hacerse con la naturaleza! Sucia y sin identidad, limpia y
con identidad, como quiera que sea, los seres humanos mucho
tendremos que ver en ello.
Lo que nuestra época necesita no es “eternidad” como
pensaba Kierkegaard. Lo que necesitamos, hay que reconocerlo,
es un mínimo de sabiduría presocrática, es decir, volver a reconocer
en el agua, la tierra, el fuego y el aire, los principales elementos constitutivos del ser. Devolvamos a la filosofía su carácter de “ciencia física”,
para de este modo recuperar la physis perdida y el sentido de la misión
que cumplió originalmente la propia filosofía: habilitar al hombre para una comunión con el ser no humano por la vía del
pensamiento.
RESPETO A LA VIDA
La a lucha por la vida es una de las constantes de los seres vivos.
Hasta el punto de que, durante siglos, se consideró el derecho a la
vida como el primer artículo de una ley natural. Ningún ser vivo
quiere la muerte. Esta es siempre algo que acaece, que sobreviene,
no algo que los que están vivos busquen o quieran por sí mismos.
Todos los seres concretos históricos, espaciotemporales (sean
estrellas o peces, nubes o montañas) están limitados en el espacio y el
tiempo. Se dice que sólo Dios es eterno e infinito, puesto que está en
todo lugar y tiempo. Pero en el mundo real todo empieza y todo acaba.
Todo tiene límites espacio-temporales. Aunque en el mundo real todo
acaba, sólo lo que vive muere. Así, los seres humanos compartimos con todos los seres vivos, que somos, parafraseando én esto a Heidegger,
seres-para la muerte. Por eso aprendemos a respetar la vida y la muerte,
pues somos seres finitos, no perennes.
Sin embargo, sólo al hombre le es dada esta cualidad consistente
en saber apreciar el mundo
del valor, en este caso, el
respeto a la vida y a la muerte.
La vida, como todas las
formas de existencia, como
realidad en sí no tiene valor,
es decir, no es buena ni
mala, es el hombre el que
le confiere valor, de ahí las
construcciones humanas
del derecho y del respeto
a la misma. El hombre
concede valor y respeta a la
vida porque él mismo forma
parte de su evolución,
hecho ante el cual no puede
permanecer indiferente. El
homus sapiens se asume como
parte activa de la evolución
de las especies, de las cuales,
él mismo no es sino una expresión; más cualificada e inteligente si se
quiere, pero perteneciente a una especie determinada, al fin.
Los seres humanos no somos iguales a los demás seres vivos, pero
compartimos con ellos los mismos derechos naturales. Uno de ellos es
el derecho a la vida. En este sentido, todo ser viviente debe —y puede ser
respetado por el hombre. De ahí que hoy en día se hable y se legisle,
por ejemplo, sobre el derecho de los animales.
El respeto a la vida, en cualquiera de sus
manifestaciones, tiene que ser un respeto activo,
es decir, elegido y practicado libremente por el
individuo, y no un respeto pasivo, impuesto por
una autoridad externa, donde el individuo sólo
tome conciencia de su valía, pero no haga nada
para perpetuarlo.
EL RESPETO COMO FUNDAMENTO ÉTICO DEL AMOR A LOS DEMÁS
La ética del amor propio, presupone en todo momento no sólo la relación
persona-persona, sino también la relación hombre-cosa, hombre-mundo
y hombre-vida en general. Se trata, en este caso, de un amplio espectro de
vínculos humanizadores que el hombre es capaz de construir y, gracias a
los cuales, da lugar a su segunda naturaleza, ya que todo lo que el hombre
toca, entra en el reino de la cultura, su cultura.
Los modos de apropiación que el hombre pone en juego en estas
múltiples relaciones pueden ser de distinto tipo: cognitivo (científicofilosófico),
mítico-religioso (basado en creencias en seres sobrenaturales)
y práctico-utilitario (intereses instrumentales). Un cuarto modo de
apropiación no contemplado de manera explícita en los tres anteriores,
resulta ser el modo de apropiación ético. Este último remite a los fines y
valores que orientan la acción del hombre en sus relaciones con las cosas
materiales, la naturaleza, la humanidad y la vida en general. Como ejemplo
de ello, podemos decir que resulta más ético no destruir una piedra que
destruirla cuando es innecesario; no arrojar desechos tóxicos al mar que
arrojarlos, no asesinar especies marinas en peligro de extinción que su
exterminio, no cometer crímenes contra la humanidad que cometerlos,
o finalmente, no atentar contra la vida que ponerla en peligro.
Uno de los valores morales fundantes en toda manifestación humana
del amor a lo otro, es el valor respeto, principalmente, el respeto a
la vida, a la naturaleza y a la humanidad entera. Respeto “significa valorar
a los demás, acatar su autoridad y considerar su dignidad, se apega a la
verdad, no tolera la mentira, la calumnia ni el engaño y exige un trato
amable”.En este sentido, el respeto es principalmente una forma de
reconocimiento, de aprecio y valoración de las cualidades de lo otro, precisamente porque dichas cualidades han sido descubiertas, construidas
y/o resignificadas a partir de la relación humana con lo otro.
Una concepción del valor respeto que es congruente con la visión
que acabamos de expresar, es la que sostiene el filósofo francés Emmanuel
Lévinas, quien ha establecido los términos de lo que denomina
una metafísica respetuosa, a partir de la cual define al individuo respetuoso
como aquel que es capaz de reconocer la alteridad de los otros: E l sujeto
moral es aquel que reconoce la diferencia de los otros, que la respeta y es responsable
de ella ... E l y o moral, así definido es un sujeto respetuoso, no imperialista.Desde esta perspectiva filosófica, el sujeto ético respeta la alteridad
y/o diferencia de lo otro y, además, se hace responsable de dicho acto.
De esta forma, la relación del yo (sujeto moral) con lo otro, se plantea
en un plano de horizontalidad y no de verticalidad, donde los “otros”
pueden ser tanto los hombres como los no-hombres.
El respeto puede ser de dos tipos: activo y pasivo. El activo es aquel
que el sujeto se da a sí mismo como resultado de su propia deliberación
moral, mientras que el pasivo, es asumido por temor y miedo al castigo
impuesto por una autoridad externa.
EL AMOR PROPIO COMO AMOR A LOS DEMÁS
Coincidiendo con Fromm, el amor antes que una relación, es un arte que
hay que ir aprendiendo todos los días;
es pues, aquella actitud que orienta y da
significado humano a la relación amorosa.
En este sentido, el aprendizaje del
amor tenemos que construirlo, sobre
todo porque aquel no viene siendo una
realidad constitucional del hombre; una
prueba de ello es que existen en este
último tendencias que son contrarias
al amor, como la envidia, los celos, la
discriminación, la indiferencia, entre
otros rasgos de la naturaleza humana
que dificultan el amor a los demás.
El amor de sí, es decir, el amor
de cada uno de nosotros, nos debe al
mismo tiempo posibilitar el tránsito al
amor a los demás. Una primera posibilidad
en esto es manifestar “amor al prójimo”, definido este término
como la voluntad de querer el bien de las personas que nos rodean;
sí, de los que están a un lado de ti, de mí, de todos nosotros. En esta
faena moral, se trata de poner al amor propio como criterio del amor
a los demás, esto es: amar al prójimo tanto como a ti mismo, como reza el
mandamiento bíblico.
El prójimo es la persona que está junto a ti (aunque a veces no tanto).
Prójimo aquí es el “próximo”, el que está más cercano y es persona.
Por su parte, amor a los demás lo entendemos como una voluntad de
trascendencia por parte del sujeto. Gracias a este acto la persona sale
de sí, deja su propio yo para relacionarse con los demás con el objetivo
de lograr su bien, al mismo tiempo que está consciente que con ello
alcanzará también el suyo.
El amor a los demás, por tanto adquiere las siguientes características:
1) el amor al otro implica su afirmaáón, esto es, nuestro asentimiento de su
existencia, tanto de forma verbal como existencial. De esto modo, para
amar auténticamente al otro, no basta con decirle que lo queremos, sino
la asunción de un compromiso real con el cuidado de la persona que se
ama.
2) amar a los demás, supone también admitirlos en nuestro entorno y aceptarlos, haciéndonos cargo, dentro de lo posible, de lo que son y de lo de que necesitan.
3) el amor a los demás es un sentimiento cercano a la amistad y a la benevolencia, pero no se confunde con ellos. Coincide con la búsqueda del bienestar del otro, pero la amistad es un vínculo más profundo que la simple relación entre un yo y un otro; por ejemplo, podemos amar a los más necesitados, a los compañeros de trabajo, a nuestros maestros, etc., pero estas no son personas esenciales en nuestras vidas como los amigos. Finalmente, hay un vínculo más íntimo y más cercano del amor al prójimo como amor a los demás: se trata de la relación verbal y existencial expresada en la frase “te quiero”. El amor al prójimo se dirige a los demás, pero no de forma específica. Hay, sin embargo, un grupo de personas, generalmente muy reducido, con el que establecemos una relación especialísima y única que nos permite decirle: “Te quiero”, con todo lo que ello significa y conlleva. Es el nivel más elevado del amor y generalmente se limita a:
1) a alguna amistad particularmente profunda.
2) las relaciones familiares, sobre todo entre padres, hijos y hermanos.
3) el amor entre el hombre y la mujer. Esta modalidad del amor reúne todas las cualidades del amor al prójimo en un grado especialmente elevado..
2) amar a los demás, supone también admitirlos en nuestro entorno y aceptarlos, haciéndonos cargo, dentro de lo posible, de lo que son y de lo de que necesitan.
3) el amor a los demás es un sentimiento cercano a la amistad y a la benevolencia, pero no se confunde con ellos. Coincide con la búsqueda del bienestar del otro, pero la amistad es un vínculo más profundo que la simple relación entre un yo y un otro; por ejemplo, podemos amar a los más necesitados, a los compañeros de trabajo, a nuestros maestros, etc., pero estas no son personas esenciales en nuestras vidas como los amigos. Finalmente, hay un vínculo más íntimo y más cercano del amor al prójimo como amor a los demás: se trata de la relación verbal y existencial expresada en la frase “te quiero”. El amor al prójimo se dirige a los demás, pero no de forma específica. Hay, sin embargo, un grupo de personas, generalmente muy reducido, con el que establecemos una relación especialísima y única que nos permite decirle: “Te quiero”, con todo lo que ello significa y conlleva. Es el nivel más elevado del amor y generalmente se limita a:
1) a alguna amistad particularmente profunda.
2) las relaciones familiares, sobre todo entre padres, hijos y hermanos.
3) el amor entre el hombre y la mujer. Esta modalidad del amor reúne todas las cualidades del amor al prójimo en un grado especialmente elevado..
EL EGOCENTRISMO: UNA PERVERSIÓN DEL AMOR PROPIO
El egocentrismo es la concentración exagerada en uno mismo, lo contrario
de mostrar apertura hacia los demás. Sin embargo, no es sinónimo
del egoísmo éticamente considerado. Este último significa manifestación
de amor a las propias potencialidades, en donde el amor propio es concebido
como autoestima, como posibilidad de la propia autorrealización,
junto a la posibilidad que tiene el hombre de reconocerse y actuar
precisamente como sujeto ético, al mismo tiempo que practica el arte
de amar a los demás.
Ahora bien, cabe preguntar ¿por qué se tiende a identificar al amor
propio con el egocentrismo? Esto es así debido a que el hombre tiene
una especial facilidad para centrare en sí mismo, en el propio mundo
y en sus actividades, aislándose de las personas que le rodean. En esto
consiste la perversión del amor propio efectuada por el egocentrismo.
El egocentrismo, entendido como la capacidad de amarse demasiado,
es también demasiado fácil de realizar, de ahí que se haga necesario lo que
se conoce como “olvido de sí’, es decir, el olvido del propio yo, pero en el
sentido de la capacidad para negarse a sí mismo, cuyo auténtico significado
implica impulsar a las personas a salir de un reconcentramiento egoísta en
los propios intereses. En esta perspectiva:
El amor de sí necesita, para realizarse plenamente, el olvido de sí,
porque sólo si amamos a los demás de manera profunda y sacrificada
nos amamos realmente a nosotros mismos... Sólo podemos
afirmarnos plenamente a nosotros mismos afirmando al mismo
tiempo al otro mientras que la cerrazón frente al prójimo conduce
al empequeñecimiento y a la infidelidad.Al hablar de egocentrismo, más que hablar del amor propio, estamos
aludiendo a una concepción esencialmente negativa del mismo. Según tal
concepción, el hombre es egoísta por constitución, pues sólo se quiere
y se busca a sí mismo y rechaza naturalmente cualquier orden impuesta
desde fuera, aunque sea para el bien de la colectividad y de sí mismo.
martes, 27 de noviembre de 2018
SIGNIFICADOS ACTUALES DE LA RESPONSABILIDAD
En la actualidad ha surgido un nuevo concepto o una nueva forma
de concebir a la responsabilidad con un sentido más social que individual,
incluyendo en éste la globalidad de la vida humana. Es el filósofo Hans
Jonas, en su libro "El principio de responsabilidad" quien plantea esta nueva
concepción. Sobre todo cuando nos dice:
El antiguo concepto de responsabilidad era la obligación
que me concierne de responder de mis actos
y de sus consecuencias una vez que los he cometido:
una responsabilidad personal y sobre hechos
realizados. El nuevo concepto de responsabilidad
concierne a lo que está por hacer, la posibilidad de
una perpetuación indefinida de la humanidad en el
futuro. Desde que el hombre tiene el poder material
de destruir la humanidad o las condiciones de vida de
una humanidad futura tiene al mismo tiempo nuevas
obligaciones... Somos responsables del mundo que
dejaremos tras nosotros. La responsabilidad recae
sobre el futuro. Lo que aún no existe, el porvenir,
genera sobre nosotros una obligación indefinida e
imperiosa. Ninguna ética anterior había tomado en
consideración la vida humana en su globalidad; pero es la vida global
la que se halla amenazada por nuestra acción y la que es entregada
a nuestra responsabilidad.
La nueva visión de la responsabilidad da cuenta de nuestras obligaciones
no sólo con las acciones realizadas en el pasado y en el “aquí” y en
el “ahora”, sino también toma en cuenta las consecuencias de las mismas
para el futuro. De esta forma se amplía el margen de imputación de las
acciones en toda temporalidad y en todos los ámbitos de la vida humana.
Se trata de un tipo de responsabilidad no sólo personal sino social,
comprometida con el futuro de la humanidad. Esta nueva concepción
resulta ser muy congruente con una ética del género humano como ética
a adoptar para el futuro, misma que está comprometida con el bienestar
de las nuevas generaciones y con la globalidad de la vida humana.
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